Decir que es un pésimo nadador sería el eufemismo del siglo, un saco de piedras probablemente podría nadar mejor que él.
Sin embargo, eso no le impide intentarlo y, tras un espectacular fracaso en una inmersión, acaba necesitando la reanimación cardiopulmonar de la bella instructora de natación... y, por supuesto, la cosa no acaba ahí.